domingo, 14 de julio de 2013

El ángel guardián


La verdad es que no se si escribo esto para desahogarme y canalizar mi rabia e impotencia, como homenaje, o para que, en un futuro, el recuerdo me pueda hacer sonreir por recordar a la perra más bonita y "soleta" del Mundo.

Si uno no tiene una mascota, sobre todo un perro, no entenderá lo que se puede llegar a sentir por ella. Un miembro más de la familia con unas características indiscutibles, intransferibles y únicas que lo hacen un miembro muy especial: Leal, fiel y que incondicionalmente estará siempre contigo, hasta que se vaya.

No puedo decir absolutamente una palabra mala acerca de Gina, diría que ha sido un ángel si no fuese porque no creo demasiado en ese concepto (aunque algo parecido existirá...), de lo que sí estoy seguro es que ha estado en los momentos más difíciles de mi vida y la de mi familia. Su extrema empatía hacía transmitir su felicidad a cada uno que lo necesitase siempre, siempre. Ella podía estar enferma en su cama, que si te notaba mal sacaba fuerzas de algún sitio para darte un lametazo donde más te doliese. Y ahora, que parece que todo se iba encauzando, se va, como si tuviese una misión, la hubiese cumplido y ya fuese la hora de marcharse.

Un perro  no habla tu idioma, pero entiende tus sentimientos, tu estado de ánimo y, a pesar de que nunca le dije que la quería, seguro que lo sentía, al igual que yo y toda la familia sentíamos que ella nos quería a nosotros y ahora, donde sea que esté, nos seguirá queriendo.


Ahora entiendo el concepto de Cielo y es simplemente una forma de hacer más llevadera la impotencia y frustración que se produce al no poder hacer nada para que un ser querido pueda volver con nosotros. Me consta que todos nosotros daríamos todo por hacer que éste volviese a estar entre nosotros, sobre todo cuando su viaje se ha emprendido de una forma inesperada, brusca y traumática. Gracias al Cielo podemos mantener viva esa vela que nos dice que un día, cuando nosotros también nos vayamos, nos reencontraremos con ese ser querido.


En cualquier caso no quiero autoengañarme y se que jamás volverá a ladrar cuando sienta que estoy entrando por la puerta del piso, que al verme saltará hacia a mí y moviendo su rabo y de los nervios, casi se meará encima mía, no volverá a dormir debajo de mis sábanas y entre mis piernas en invierno u ocupará la mitad de mi capa con su minicuerpo en verano. No le enseñaré ningún "truco" o la reñiré más. No recogeré un vomitado suyo por comer algo que no debía. No tendré que decirle que se calle cuando se sienta protegida y se tire a las piernas de la gente como un brutal perro guardián.

Ahora mismo estoy fuera y no noto su ausencia física, solamente su recuerdo, pero cuando llegue a casa y no escuche ese ladrido me voy a venir abajo, mucho más. Solo se que la última vez que la vi, hace menos de una semana por una cam, fue con su nuevo corte de pelo, que además estaba muy guapa. 

Pero la última vez que la vi en carne y hueso fue cuando vino a despedirme y no paraba de llorar. Aún recuerdo que mi padre la acercaba por fuera de cristal del bus a mi asiento y se calmaba un poco, jamás la había visto así, y eso que ya había partido más veces. Quizás ella sabía que no me volvería a ver, pero claramente no ha sido porque yo no fuese a volver, sino porque ella se ha ido antes de tiempo.




Nunca sabes cuando vas a decir un adiós definitivo, así que, a partir de ahora, intentaré decir más un te quiero. Y aunque sea tarde, seguro que lo sientes: te quiero Gina.

1 comentario:

Alicia AK dijo...

DEP, pequeño ángel peludito